Cada
día es más común encontrar noticias sobre desastres naturales. Los cambios
climáticos, producidos por la acción del hombre sobre la tierra, han
desencadenado un sin número de catástrofes en las que la naturaleza parece
reclamarle al hombre y retomar espacios perdidos. Los movimientos sismológicos
resaltan entre estos, debido a las consecuencias que pueden traer en cuestión
de pocos minutos. Numerosas pérdidas humanas y materiales han sido producidas
por los mimos y aun cuando tecnológicamente existen mejoras a la hora de
predecir algunos de ellos, se han hecho pocos los casos en que estas realmente
eviten los daños cuando se trata de temblores o terremotos más fuertes que las
estructuras sobre la tierra.
Por otra parte, es también de
dominio público la noción de que algunos países presentan una actividad sísmica
tan elevada en la que los temblores no resultan un hecho aislado sino un suceso
común. Países como Japón, Chile e Indonesia se encuentran entre los territorios
con mayores eventos sismológicos. Por ello, las autoridades de dichos países
han procurado salvaguardar a su población en la mayor medida posible. Educación
social sobre comportamiento antes, durante y después de los temblores, centros
de refugio para cuidado y resguardo, capacitación de unidades y personal médico
y la implementación de leyes para construcción de estructuras antisísmicas
resaltan entre las medidas tomadas con la intención de disminuir el impacto
producido por cualquier acontecimiento sísmico.
En Venezuela, según el artículo de
Singer F. (2013) titulado “Más del 50% de los edificios de Caracas no siguen
normas antisísmicas” publicado por el Diario el Nacional, se asegura que esto
ocurre porque “más de la mitad de los 400.000 inmuebles existentes en Caracas
fueron levantados hace más de 28 años, cuando no existía una normativa
sismoresistente acorde” (s/p) Esto, se presenta de manera regular a lo largo y
ancho del territorio nacional. Por lo que resulta preocupante el hecho de
que la situación de los edificios de la
capital del país sea la constante de la situación general de las construcciones
del resto del territorio.
Por
su parte La Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis),
perteneciente al Ministerio del Poder Popular la Educación Universitaria, Ciencia
y Tecnología, en su página institucional señala que:
Los eventos
sísmicos representan uno de los mayores riesgos potenciales en Venezuela, en
cuanto a pérdidas humanas y económicas. En la actualidad, aproximadamente un
80% de la población vive en zonas de alta amenaza sísmica, variable que aumenta
el nivel de riesgo, haciéndolo cada vez mayor a medida que se eleva el índice
demográfico y las inversiones en infraestructura. (¿Venezuela es un país
Sísmico?, 2014)
Entonces, al denotar que mucho más
de la mitad de la población del país está en zonas de alto riesgo sísmico,
Funvisis, deja claro que Venezuela, debido a sus características territoriales,
resulta un país sismológicamente activo. Por esta razón desde hace ya años, se
han realizado una serie de planes educativos en institutos escolares y
laborales con el fin de educar a la población, pero, en el caso de
infraestructura sismoresistente, aún son muchos los aspectos a mejorar.
Cabe destacar que, aunque la mayoría
de los sismos ocurridos en Venezuela, no son lo suficientemente fuertes como
para considerarse desastres naturales, sí han ocurrido a lo largo de la
historia terremotos que han ocasionado gran cantidad de daños personales y
materiales. Tal como lo expresan Lafuente y Genatios (2010) en “Terremotos:
amenaza, vulnerabilidad y desastres” al hacer una comparativo con la actividad
sísmica nacional y el desastre ocurrido en Haití el mismo año de la
publicación, dejando claro que:
Venezuela ha
sufrido sismos de magnitudes similares y mayores (…) por movimientos de la
placa del Caribe. En 1776 ocurrió un enorme sismo en el oriente del país, cuya
magnitud de se estima fue de 7,8 (lo cual representa energía liberada
equivalente a unas 400 bombas atómicas). Solo para mencionar algunos eventos,
se estima que el sismo de Caracas del 26 de marzo de 1812 fue de magnitud 7,
similar al de Haití. En 1797 ocurrió otro de la misma magnitud estimada en
Cumaná, y en 1888, otro de la misma magnitud en Mérida (s/p)
Al realizar entonces, una
comparativa entre la información histórica sobre los desastres ocasionados por
terremotos en el país, más la aclaración oficial de Funvisis al asegurar y declarar la nación
como territorio sismológicamente activo, resulta una alarma pensar en la
situación de la infraestructura de edificios públicos y privados. Por otra
parte tal como aseguran Lafuente y Genatios en la misma publicación: “más de la
mitad de la población venezolana vive en viviendas autoconstruidas que carecen
de capacidades sismoresistentes” (s/p)
Así pues, vale la pena aclarar el
por qué de tal situación. Por una parte, se encuentra lo expuesto por Singer
(2013) al aclarar y deducir que esto ocurre debido a que la mayoría de las
edificaciones fueron construidas antes de la existencia de normativas de
construcción sismoresistente en el país. Por su parte, tal como lo afirman
Lafuente y Genatios (2010) la mayoría de las viviendas son construidas por sus
propios habitantes sin la supervisión de entes que rijan sobre las mismas.
Entonces el causante de dicha situación no es la no existencia de normativas
pues desde hace años se cuenta con la Norma Venezolana Covenin, que dicta los
requisitos y leyes para la construcción de edificaciones sismoresistentes. Esta
ley y las anteriores a la versión más actualizada pueden encontrarse en la
página web institucional de Funvisis.
Entonces, lo recomendable sería
voltear la mirada hacia el ejemplo de otros países con mejores estructuras para
estos sucesos. Para efectos del presente escrito se toma el caso de Chile, por
ser considerado el país con mayor actividad sísmica del mundo y por su cercanía
con Venezuela, al hacer parte del mismo hemisferio continental. En Chile, tal
como lo señala Zambrano (2015) en su reportaje para BBC Mundo, titulado
“Terremoto en Chile: el secreto de sus construcciones antisísmicas”, la razón
por la que no ocurren los desastres estructurales que suceden en otros países
con temblores de incluso menor intensidad es debido al “hormigón armado,
disipadores de energía y estudios de suelo exigidos por una normativa muy
estricta, que con muy pocas excepciones suele cumplirse”. En el mismo reportaje, se deja clara la
imposibilidad de construir en chile sin apegarse completamente a las leyes
existentes.
Por tanto y a modo de conclusión, la
diferencia parece ser no la existencia de leyes que obliguen a construir bajo
normas sismoresistentes, sino el cumplimiento de las mismas en la totalidad de
las construcciones. En el país, como se dejó claro anteriormente se suelen
realizar simulacros en diferentes instituciones, con la intención de informar a
la población sobre los pasos a seguir antes, durante y después de los eventos
sísmicos, pero, por mayor información que posean los ciudadanos si a la hora de
un terremoto los edificios, las escuelas, hospitales y demás centros se vienen
abajo esto podría significar un aumento desmesurado del numero de víctimas y de
pérdidas ocasionadas. Por tanto, es prudente no el dejar atrás los simulacros,
sino apoyar dicho trabajo con la supervisión y adaptación estructural del país
con la intención de garantizar la mayor seguridad posible en la materia.
Referencias
Bibliográficas
Funvisis (Página Web
Institucional) “¿Venezuela es un país sísmico?”
Extraído en marzo del 2016 desde:
Genatios
y Lafuente (2010) “Terremotos: amenaza, vulnerabilidad y desastres”
(artículo web) Extraído en Marzo del 2015 desde:
Pereira
(2002) “La investigación sismológica en Venezuela” Edición Funvisis.
Caracas, Venezuela.
Singer
(2013) “50% de los edificios de Caracas no siguen normativas antisísmicas”
(artículo periodístico digital). Diario el Nacional. Extraído en marzo del 2016
desde:
Zamorano
(2015) “Terremoto en Chile: el secreto de sus construcciones antisísmicas”
(artículo periodístico digital). BBC Mundo. Extraído en marzo del 2016 desde:
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